19 julio 2006

Un año en prisión y aun sin juicio


La Habana, julio - En Cuba existe un periodista que sufre la incertidumbre de un encierro que ya se aproxima a los 365 días. No es el único, también otros 23 cumplen condenas de muchos años. Pero este hombre de quien hablo me describió en unos párrafos la tortura a la que está sometido.

Sin juicio, sin causa, sin un documento legal que avale su status de preso se encuentra Oscar Mario González Pérez, desde que el 22 de julio del pasado año fuera arrestado por la policía política en los alrededores de su vivienda, en Ciudad de la Habana.

Cuenta que ha tenido que convivir días y noches de calor intenso con cucarachas, moscas, hormigas, mosquitos y ratones, y que la prisión se le antoja como un gran campo de concentración: "Con barracas, alambradas, perros, garitas y guardias con fusiles".

Así anda, con sus 62 años, mi colega de la agencia Decoro, tratando de desenvolverse en lo que cataloga un "nido de animales raros, acompañado de toda la fauna delincuencial: asesinos, ladrones, violadores, carteristas y otros similares".

En uno de los párrafos de su carta, el periodista narra: "Hace algo más de un mes me sacaron todas mis pertenencias y las condujeron al puesto de mando de la prisión. Allí seis guardias dirigidos por un capitán las requisaron durante dos horas y media, haciendo hincapié en notas y libros. Era una alucinación ver aquellas personas vestidas de verde oliva husmear en cada libro, en las notas hechas a pie de página y en mis cartas personales".

Los carceleros buscaban en la literatura que ellos habían autorizado, en las notas, las lecturas, los libros, las pruebas que para ellos son condenables, las mismas que al reo lo hacen libre dentro de su encierro.

"Sólo sirve dignamente a la libertad el que, a riesgo de ser tomado por su enemigo, la preserva sin temblar de los que la comprometen con sus errores", escribió José Martí en 1887.

Por defender la libertad de expresión, lo que piensa y siente, es que Oscar Mario ha engrosado la lista de decenas de comunicadores que tras las rejas pueden percibir el miedo de quienes los reprimen. (Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad /Cubanet)

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