12 junio 2006

Fortunas personales vs. Fortunas discrecionales



por Juan González Febles

La Habana, junio - Los cubanos somos gente muy llana y directa. Para el gusto de algunos, demasiado. Hay que reconocer que somos un linaje activo y creativo. Esta última es una característica que nos toca a todos en mayor o menor medida. Sacamos cualquier cosa, bajo cualquier sombrero. El único requisito es que alguna presión lo demande.

En la edición de la Mesa Redonda, la correspondiente al 15 de mayo, pudo constatarse esta afirmación en la práctica. Se trató de que la revista Forbes situara al gobernante Fidel Castro como la séptima fortuna del mundo. Al cabo de más de cuatro horas de cantos de loas y alabanzas al Máximo, con Mea Culpas y ejercicios catárticos personales incluidos, Castro emplazó a Forbes.

Según Castro y el equipo especializado que le acompañó en la "batalla" televisiva, Forbes debe demostrar que Castro dispone de una fortuna personal de varios centenares de millones de dólares. De lo contrario, Castro habrá ganado y Forbes perdido el mayor capital de una publicación: su credibilidad.

Como estoy educado en aquello de trabajar para el inglés, es decir, hacerlo sin que se reconozca o se pague mi trabajo. A cambio de banderitas o diplomas. Quiero darle una manito a Forbes en el mismo espíritu en que he sido educado: Completamente gratuita.

Lo que la racionalidad común indica, es que la gente crea su riqueza, la acumula, la gasta y la disfruta. Este es el origen de la mayoría, por no decir de todas las fortunas personales. La clase política cubana ha hecho un aporte novísimo y muy conveniente a la vieja ecuación. En Cuba, nuestra clase política se ocupa únicamente de los tres últimos pasos. Las fortunas no son personales -le doy razón a Castro- son discrecionales. Ellos acumulan, gastan y disfrutan.

Tienen facultades discrecionales para disponer de toda la riqueza nacional. Once millones y medio de esclavos trabajan o hacen que trabajan. La clase gobernante cubana, simplemente se apropia discrecionalmente de los frutos de todo eso.

Entonces toda la riqueza de que habla Forbes existe, pero no en la forma de riqueza personal a nombre de alguien. Es riqueza discrecional en nombre de algo. Esta riqueza se distribuye de mayor a menor a lo largo de la pirámide social. Todo a partir de las facultades discrecionales que concede el poder absoluto.

Al cubano de a pie le corresponde el usufructo nominal de todo eso. Esto se reduce a una nominal asistencia médica gratuita, una nominal educación gratuita, todo concebido como virtuales "conquistas sociales". Realmente, todo se traduce en viajar en camellos o en incómodos invernaderos rodantes, con cristales herméticos marca Castrozua.

Se puede además, estar mal nutrido, mal vestido y mal calzado, pero queda claro que no hay fortunas personales, sólo discrecionales. Si existen fondos en el extranjero a nombre del gobierno cubano, los distribuye el gobierno cubano, de mayor a menor, como Dios manda.

Quizás esto le explique a Forbes por una parte y a Ramonet y al resto de los amigotes por la otra por qué algunos alcanzan en la repartición aires acondicionados centrales para sus cómodas viviendas y otros los incómodos invernaderos rodantes de cristales Castrozua.

Los millones que Forbes atribuye a una eventual fortuna personal del Máximo son, en realidad, la fortuna discrecional de una dictadura. En Cuba existe "la reserva del Comandante en Jefe", esta reserva la maneja el gobernante Fidel Castro, discrecionalmente. En ella puede encontrarse desde un tornillo, hasta un televisor, desde una casa de campaña, hasta una lujosa residencia.

Desde este saco sin fondo, a raíz de la toma del poder por parte de Evo Morales en Bolivia, han salido:

Aproximadamente 700 médicos para asistencia médica gratuita en Bolivia. Equipo y personal para 20 hospitales rurales y seis centros de cirugía ocular. Súmese 140 expertos y 30 mil televisores y material escolar para programas de alfabetización y la bicoca de 5 mil becas para estudiantes bolivianos en las universidades para revolucionarios de Cuba. Sólo Midas o los miembros de la lista de Forbes disponen de poder personal para regalar tanto. Esto es autoridad omnímoda y munificencia discrecional.

Para concluir, considero oportuno citar a Juan Benemelis en su excelente trabajo "El fantasma de Marx". Dice Benemelis: "Al satisfacer sus necesidades e impedir que otros las satisficieran, que otros dependiesen de ellos para la subsistencia, la élite asumió definitivamente funciones de clase al poder determinar si un individuo o grupo podía o no tener acceso a los bienes necesarios para su subsistencia e incluso en qué proporciones. Es, precisamente, esta autoridad de excluir lo que definió a la burocracia como clase."

La esencia del asunto está en quién controla los bienes y los millones. No existe fortuna personal, la fortuna es discrecional y se subordina a un poder personal absoluto.

Esto de veras que empeora las cosas. Más allá de los cálculos de Forbes. Créanme, es así.

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