10 abril 2006

El angustioso pan nuestro


La Habana, abril - Raras veces en un noticiero televisivo cubano, aparece un reporte donde se enfoca un tema crítico que afecte al cubano de a pie. Y cuando lo transmiten, es porque ya escapa del comentario popular y llegó a las altas esferas del gobierno.

El noticieron de esta ocasión se enfocó hacia y sobre la calidad del pan normado a la población en la ciudad de La Habana. Pero pudiera extenderse también al que se consume en el resto de la Isla.

El reportero se auxilió para que no quedara dudas y no se pensara que era un invento, en las opiniones vertidas por diversos ciudadanos. Ninguno ofreció la más mínima opinión satisfactoria. Todos fueron unánimes: el pan que adquieren, aún el ofertado a un precio más elevado, que debiera tener mayor calidad, es tan malo como el otro.

Ácido, de tonos verdoso, de una consistencia parecida al chicle, no aguanta su calidad a las doce horas de ser comprado, constituyeron la mayoría de los comentarios de los entrevistados.

Y para colofón, para ponerle la tapa al pomo, un famoso humorista del patio, en un monólogo que se ha hecho muy popular, donde la ironía y la sátira están presentes, lo calificó como “el antipan".

Sin embargo, para buscar los matices necesarios el reportero se dirigió a la Empresa Cubana del Pan y entrevistó a su representante Mario Arencibia por conocer sus puntos de vista de por qué el pan tenía esas condiciones. Este le argumentó que su organismo proveía a todas las panaderías de los elementos necesarios para que el citado alimento saliera al mercado con la calidad requerida.

Pero lo que Arencibia no dijo y ocultó a sabiendas, es que la corrupción que existe en los centros de elaboración, que la grasa para elaborar el producto los mismos trabajadores la venden en el submundo del contrabando y así obtener un poco de dinero que compense los bajos salarios que reciben.

Podemos añadir que ese pan de cualquier precio, mal confeccionado y con sabores desconocidos pero muy lejos del que debiera tener, a veces es el primordial sustituto del almuerzo o la comida en muchos hogares de la Isla, para mitigar o engañar al estómago, cuando éste reclama que le caiga algo en su interior. Recopilación VOCES)

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