03 abril 2006

La vergonzoza batalla de Fidel Castro contra Internet


¿Conoce alguien de un país en el que el acceso a Internet se contemple como un delito? ¿Sabe alguien de la existencia de presos políticos por el mero y sencillo acto delictivo de consultar contenidos en Internet? Más aun, ¿tiene alguien conocimiento de un país en el que alguien pueda ponerse en huelga de hambre para tener derecho al acceso a Internet?

Estas preguntas tienen una respuesta evidente.

Si descontamos las dictaduras totalitarias comunistas de Asia, el único posible, el único ridículo internacional es el régimen castrista en Cuba.

Los medios se han hecho eco en los últimos días, mientras las Damas de Blanco volvían a realizar sus protestas cívicas en La Habana en medio de campañas de hostigamiento y persecución sin precedentes, que en Cuba se persigue y castiga a quiénes desean acceder libremente a Internet. En el régimen de Fidel Castro, la sociedad de la información y del conocimiento está prohibida.

Uno de los grandes avances de nuestro tiempo, posiblemente el más importante de todos, la capacidad para trasladar y procesar grandes volúmenes de información a través de la red de redes, está prohibido en Cuba. Y buena prueba de ello, Guillermo Fariñas, lleva más de 45 días en huelga de hambre, con grave riesgo de su salud para conseguir que el gobierno de Castro elimine las barreras y restricciones al uso de Internet en la Isla, un claro ejemplo de que los derechos humanos no van bien en Cuba.

Cabe preguntarse por qué el régimen de Castro se opone a que los ciudadanos cubanos tengan acceso libre a la información en Internet, y qué tipo de motivos se pueden utilizar, si es que existe alguno, para restringir el avance de la sociedad de la información y del conocimiento en la Isla.

La distancia entre la Cuba real, la sociedad civil que se abre camino con grandes esfuerzos, y la Cuba oficial, la que ostenta el régimen, el ejército y el partido comunista único, también es muy amplia en el acceso a la sociedad de la información, el Internet y las comunicaciones.

Instalados en esa cultura de la obediencia ciega, los cubanos no tienen acceso a locales en los que poder chatear libremente con ciudadanos de otros países, como los que se abren todos los días en bibliotecas de las ciudades occidentales. Los centros oficiales, es decir, toda la economía cubana, tienen restringidos los accesos a intenet, y se sigue y persigue las rutas que dejan los “navegantes” en los equipos.

En las instalaciones turísticas, los cubanos no pueden acceder a los ordenadores. El cierre informativo, durante décadas concentrado en Granma y en la radio y televisión, ahora se pretende conseguir con Internet. Pero mucho me temo que esta batalla está perdida, y que Fariñas será un adalid de esta gesta que pronto en Cuba será una realidad.

La calidad de la educación de los cubanos y su deseo de aprender y conocer más allá de los límites imposibles de su régimen, les hará demandar de forma creciente las nuevas fuentes de información.

Tarde o temprano, el régimen tendrá que ceder en este terreno, y se abrirá una nueva brecha. Sólo hay que esperar.(Por Elías Amor Bravo, Valencia)

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